Libre.

Orquídeas en el Mercado de las Flores de Paris, 2006
Cuando sea mayor quiero ser libre. Para dar, aunque no me lo pidan. Para guardarme el tiempo y los besos, aunque me los pidan. Para que un pensamiento vuele por encima de cárceles y prisas. Para que una mirada diga lo que callo. Para vivir mi vida inventada en un despiste de la otra, la que llaman real. Libre para pedir ayuda, libre para prestarla. Para reírme del miedo, que se disfraza de tantas cosas tontas a lo largo de la vida. Libre para decir hola y adiós. Para amar, como si no hubiese un mañana, aquello que lo merezca. Para que el corazón dibuje fronteras sin dar explicaciones, o abra puertas a lo que le haga bien. Quiero ser libre para ejercitarme en las locuras que sea sensato cometer. Para no esperar ya un nosequé. Libre para atarme y desatarme de causas y personas según yo misma dicte sentencia. Libre para soñar. Para hacer silencio en el ruido, y risas en el silencio. Para ser poderosa y valiente, sin complejos. Libre para ser frágil y ponerme un traje de flor que cante delicadeza. Resulta que ya soy mayor. Y soy libre.
(fotografía de Jesús Tejel www.jesustejel.com)

Dentro de ti.

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Hay un lugar dentro de ti, un refugio.
Una habitación interior donde el silencio te ampara.
Donde vuelas por encima de tus pensamientos.
Una cueva calentita en la que, estar solo, es estar acompañado.
Donde el reloj sólo marca Aquí y Ahora.
Una isla donde Eres.
Ay, ¡ese lugar sin nada, que nada dentro de ti!
(Ilustración de Sabina Blasco Zumeta)

El árbol que eres (Otoño)

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Desde que soy árbol, me gusta el otoño. Qué felicidad sacudirme hojas muertas, ideas que ya no valen, y todo aquello que no ha de volver. Que sea la calma la que diga adiós a la locura del verano. Un buen peeling al tronco, yoga con las ramas y estiro bien la copa, arriba y arriba, para que mire con gracia la luz y el cielo. ¡Vuelvo a ser ligero!
Desde que soy árbol, me gusta el otoño.

¿Dónde está tu ZENtro?

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¿Dónde está tu zentro? El ancla que te guarda de la deriva.
El hilo que sostiene la marioneta desmadejada.
El punto cero al que volver, cuando te pierdes.
Tu fuerza de gravedad; si la encuentras, no habrá pirueta en la vida que te destierre de lo que ya eres.

Ama porque sí.

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Ama porque sí. Como quien tiene una importante misión que nadie puede saber. Como quien viste su mejor traje en un día triste. Como si fueras la única persona sabedora de abrazos. Como si tu cariño fuese la vacuna para todos los males. Amasa arrumacos para darlos calentitos recién se despierte el mundo. Practica el arte de querer, contigo mismo, para que anide en ti la alegría sin motivo. Abraza la vida como a un bebé huérfano: sin reservas. Canta a las caricias recibidas, como si fuesen un milagro, fabricando nanas para los holas y adioses del Camino. Ama porque sí.