Mi abuela y la operación bikini

De cómo tendría que explicarle a mi abuela la operación bikini y que la gente corre sin huir de nada. El otro día un dietista decía que no comieras nada que no comiera tu abuela. Mi abuela, genio y figura (pero sobre todo genio) murió casi a los cien y nunca entendió que a los cabellos rizados de mis hermanas les echáramos algo para que, en vez de peinados y estirados como Dios manda, parecieran despeinados. Me imagino con ella en el supermercado, en la sección de leche, que ya no hay que hervir, que ya no tiene nata, y que además le quitan todo para volverle a poner cosas raras que dicen que necesitamos. El yogur normal ya no existe, lleva tropezones de cosas extrañas o no lleva nada porque si no engorda, y además le ponen ya azúcar o miel para que no tengas que tomarte la molestia de echarlo. Entre explicación y explicación, ella pondría brazos en jarra y (exabrupto). Luego iríamos a dar un paseo por la ribera y vería gente corriendo, y me diría si les persigue alguien, y le tendría que explicar que no, que lo hacen por deporte. Ella (exabrupto) diría que si hubiesen estado trabajando en el campo todo el día como hacía ella no les quedarían ganas. Vería a las chicas con las leggins de running apretadas y (exabrupto), que si no
llevaban ropa interior, y yo intentaría explicar sin éxito el concepto de tanga (a una mujer de su generación, de ropa interior de algodón y hasta la cintura, o sea cómoda). Ella volvería al tema de por qué ellas están corriendo y no haciendo las labores de su casa, y yo le explicaría que muchas lo hacen por ponerse luego un bikini muy justo, que es lo único que venden, y ella diría que por qué no un bañador (exabrupto), y yo le diría que eso hoy no es moderno. De ahí pasaríamos al concepto de depilación láser y hasta dónde llegan algunas y algunos con el tema y ella (exabrupto) diría cosas que no puedo reproducir por si esto lo lee gente, porque lleva muchos exabruptos y tiene que ver con su idea de que las mujeres donde mejor estaban es, básicamente, en su casa. Cierto que, volviendo al dietista, hay cosas que todavía hago como ella: hacer arroz con cualquier cosa no congelada, torrijas de verdad, garbanzos a remojo y no de bote, y lanzar un exabrupto de vez en cuando para ahorrarme psicoanálisis, echar los demonios y dejar clara mi (exabrupto) posición ante lo extraño de mi generación, a la que nos da por correr sin que nos persiga nadie, llevar ropa interior incómoda y comernos yogures con cosas que no necesitamos.
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