#espaciosquemiranalcielo

IMG_3507 Me gustan los espacios que abren sus puertas,  donde el muro deja que se cuele la luz.

Me gustan los templos, la playa que me guarda secretos, la biblioteca donde me escondo, las montañas, los museos, el sendero de mi río, el suelo de mi casa, el rincón donde escribo.

Ese lugar donde acudes cuando la vida te sacude. Donde te rindes y te perdonas. Donde eres terriblemente humano.

(Imagen de Felipe A. Muñoz Instagram @famc_books)

Territorio del alma.

68842(1)Qué nos rompe por dentro. Qué despierta el hacha, si ayer soñábamos miel. Qué trunca la fuerza que en otras tierras vuela sobre el infinito. Qué despierta el poder que otros días yace vencido. Qué nos atrevemos a explorar, qué cambiamos de nosotros mismos. Qué hace que volvamos a casa después de un amor, una guerra, un intento, un algo más aprendido.
Los valientes viajamos a las fronteras de todo aquello que nos apela. A veces, celebramos la conquista de una cualidad desconocida. Otras, la fragilidad nos dice que levantemos un muro: de descanso,  de defensa, de prudencia, de cariño.
Susurramos cansancios y alegrías sobre la línea que dibuja nuestro mundo conocido: la muralla que la experiencia mueve de noche y con sigilo, para que al alba miremos cómo ha cambiado el territorio del alma.

(fotografía de www.jesustejel.com)

El árbol que eres (primavera).

IMG_20170305_194542Desde que soy árbol, me gusta la primavera.
Renazco y me invento un traje para el trajín que me espera: un tronco de conchas, un arbusto en las dunas, una copa de algas, una rama en la arena.
Detrás de cada invierno, una luz diferente.
Detrás de cada hoja, el sonido que traiga la marea.
Detrás de cada naufragio, una luna nueva.
Desde que soy árbol, viajo al centro de la vida cada primavera.

Reino de Ronquidos, #CaminodeSantiago

Cierto que el #CaminodeSantiago es interiorización: te encuentras a ti mismo, conectas con la naturaleza, haces de cada peregrino tu familia, aprendes a adaptarte y la lógica del encuentro -desapego mientras dices #BuenCamino. Cierto que me abrió el corazón, sentí a un Dios diferente y hablé inglés por los codos. Cierto que aprendí ingeniería para llenar la mochila sin que pese, que unos buenos calcetines marcan la diferencia, que es tu sonrisa el maquillaje que te pone guapa, que la gente viene del otro lado del mundo para hacer lo que tú tienes al lado, y que no hay reglas, ni edad, ni condición física que prediga que serás un buen caminante. Pero hay cosas que nadie cuenta, y que hacen del Camino un lugar profundamente humano. Por ejemplo, tipos de caminantes según su ronquido: el musical (diferentes matices y tonalidades), el metrónomo (ronquido constante, estable), el escalador (y sube y sube y sube hasta hacer cima y despertar a todos), el Gran Roncador (Oh my God), el susurrador (leve como una nana),
el imprevisible, y tantos otros que hicieron de mis tapones una joya en mis oídos. Tampoco nadie te dice que tus ojos verán rutinas de higiene extrañas, ropa interior que no tienes necesidad de ver, que hay sonidos que te recordarán que no distamos tanto del mono. Que con treinta kilómetros en el cuerpo, a lo mejor eres tú el que ronca, o el que a un desconocido le ofrendas tu ropa sucia para la lavadora. Que miras, curas y tocas las ampollas del pie del otro con la misma naturalidad que rezas a un amanecer. Que todo esto no va de ser mejor ni de llegar antes, sino de ser lo que ya eres y que el #CaminodeSantiago es, tanto como un camino espiritual, el más humano entre los Reinos de Ronquidos. #BuenCamino, y #BuenRonquido.

Lo que seduce, la voz

Esto va de humoramor, el que transcurre por WhatsApp y sus rituales de cortejo: el mensaje territorial, el del chiste-tanteo, el del día de después, el que dice lo que a la cara sonroja… la antropología de la seducción podría decir más de todo esto, pero aquí lo dejo por si, ya sabéis, esto lo lee gente, o mi padre, o algún pretendiente. Con la misma fuerza que acorta distancias, la maldita aplicación produce malentendidos: le falta la voz. La que la emoción quiebra, el deseo ablanda, el miedo altera y la alegría viste de música. La voz no miente: habita las palabras con la vibración de la verdad.
Lo sé porque vivo acompañada de los mensajes de voz de mis amigas UK-FRANCE-ESPAÑA, y sus voces cuentan más allá de texto: fabrican un hogar al que acudir a espantar la soledad, contar aventuras y tejer consejos. Por eso sé que la voz se lee mejor que las palabras, y dice mucho más que el texto. Chicos y chicas: el emoticón tiene su momento, pero no atrapa. Hoy, lo que conduce al encuentro es otra cosa. Lo que seduce al WhatsApp, es la VOZ.