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Dame un trocito de cielo

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A veces, la felicidad solo pide un trocito de cielo.

Tantos pasos andados con la vista alzada.

En días de  habitaciones cerradas y reuniones aburridas, el ojo me viaja rebelde al otro lado de la ventana. Ay, me habla, dame una miaja de agua y un poco de cielo.

Yo ya no quiero un día que no me traiga un pedazo de azul.

Recolecté amaneceres y  aprendí todo aquello que puede arreglarse cazando -aunque sea unos minutos- un trocito de cielo.

Días de azul

DÍAS DE AZUL

 

Hay días en que la memoria me pide que hagamos una excursión al azul.
Le cojo de la mano y paseamos minutos de mar.
Tumbamos al sol cualquier pena.
Nos embarramos de calma.
Pasamos el rato queriendo, como si en el horizonte no hubiese nada más que barcos con muchas ganas de amar.
A veces soy yo la que llamo a mi memoria. «Estoy triste», le digo.

Ella ríe, ensilla el tiempo y cabalgamos juntas todos esos momentos llenos de azul.

¡Hasta el infinito y más allá!

IMG_20180422_144712956 Cuando no sepas hacia dónde ir, acude al infinito. El del cielo que te habla o el viento que canta olas de silencio. Un abrazo en la noche y siglos de arena.

Cuando no sepas qué, elige el infinito. El de cualquier cosa que susurre calma y aquel barco que te lleve mejor hacia ti mismo.

Cuando no sepas por qué, pregunta al infinito. El que responde con una pregunta libre, libre de miedo, libre de odio, libre de podio, libre de razón, libre de tiempo.

 

Hoy me siento a sentir

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A veces me olvido de sentarme a sentir, qué tonta. En el aquí, allá, arriba, abajo, deprisa, despacio, que camino que corro que voy que vengo, se me va el santo al cielo. Un rato al día y varias veces al año, como hoy, el más importante de los quehaceres perezosos. Sentarse, y sentir.