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Lunes de colores

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Ya sé que tus lunes no son de colores .
Que la rutina no es azul, ni tu vestido rojo. Que añoras el verde y querrías, por una vez, salir de amarillo loco.
Que prefieres el olor a lavanda que tu perfume de todos los días, y el yogur te gusta con moras y no con prisas.
Que a veces una caricia basta para despertar la sonrisa que viste tus lunes de colores.

Abuelas-de-antes (2), mindfulness y el no-problema catalán

Cinco minutos para explicar a un grupo de abuelas de antes cómo integrarse una semana en nuestro mundo, fue el reto que soñé apresurada entre abrazos por verlas venir del otro mundo a darse vacaciones: “las tareas de la casa son compartidas (alegría general, callé que es mentira), no deis una colleja a los críos que no es pedagogía sino peGagogía y os denuncian, os podéis divorciar pero es un rollo. Se os permite hacer cosas que no puedo poner aquí, por si lo lee gente, sin que os consideren una mala mujer (curiosidad general, risas y preguntas), sin embargo aunque todo ha cambiado nada ha cambiado, y el hombre sigue queriendo lo que quiere y la mujer pretende que quiere lo mismo pero muchas veces quiere otra cosa, o no, depende, a saber. No miréis los carteles publicitarios, pues os veréis gordas aunque no lo estéis, se llevan muy delgadas (aunque a ellos les siguen gustando las curvas) eso es para que compréis cremas que no necesitáis. Cuando trabajéis, cobraréis un sueldo (bieeen), que no os dará para mucho, pero menos os daba el vuestro. Como intentaréis llegar a todo y ser perfectas, estaréis estresadas y necesitaréis un curso de mindfulness (les dije que era como hacer
gancho, que te centra la cabeza, pero ahora por aprender tienes que pagar porque la vecina no te enseña gratis). Podéis conducir, viajar, hacer de todo, aunque necesitaréis dinero y tiempo que no tendréis, así que igual os sentís frustradas; no os preocupéis, hay libros de autoayuda que os dirán que lo importante es el amor. No veáis la tele (sentí vergüenza de explicar, a una generación que vivió una guerra, que en el telediario solamente verían a unos y otros echarse la culpa de todo e inventarse un no-problema catalán)… mejor os vais a andar, ahora las mujeres lo hacen por gusto en chándal+perlas, y no por ir lejos –de negro y en negro- a faenar. Vuestra resignación se llama hoy aceptar el ahora, y la felicidad fue, es y será una receta que tendréis que aprender solas a cocinar”.

Abuelas de antes (1): «hija mía no te cases».

“Hija mía NO-TE-CASES: pero si ahora trabajáis, conducís, os vais de vacaciones solas:¿casaaarse PA-QUÉ?” Dijo esa abuela que vino a la ciudad de luto y pañuelo en la cabeza, cuando vio la vida de su nieta. A las chicas de pueblo las abuelas nos metieron el bordado del ajuar mientras las feministas quemaban sujetadores. Antes muertas que dejarte salir mal peinada, “hija mía esos pelos que pareces una pelucia”, no pedían mucho a la vida ni al matrimonio, asumían que “cada altar tiene su cruz”, y la falta de opciones la suplían con providencia, pues “el que está pa-ti no te lo quita nadie, que matrimonio y mortaja del cielo baja”. Buen pretendiente era quien apreciaba sus guisos: “el que por comer no se mata, por trabajar menos”, y lo peor que podía hacer un novio era dejarse comida en el plato.
Sospechaban de tus noches de juerga, que tenías que penar (“nadie va de romería que no le pene al otro día”). Me pregunto qué nos dirían a todas esas nietas… unas divorciadas,otras en imposibles conciliaciones familiares-laborales, a las que viajan y se despeinan, a las madres solas, a las que se nos olvidó coser. Tal vez, como la abuela de mi amiga que vino de un pueblo de Teruel, acabarían quitándose el luto y -donde dije digo, digo Diego- “Hija mía NO-TE-CASES”, salvo… ¿quizás?, con alguien que te llene el corazón y haga de tu vida un lugar mucho mejor.

Baby-sitters, amantes y psicólogas que se cuentan la vida por whatsap

De cómo ser Babysitters, fregonas, psicólogas y amantes sin morir en el intento, seguir siendo amiga de tus amigas y dar los titulares de tu vida por Whatsap. A las amigas que ejercen solas de madres, les mandé un whatsapp informándoles de mi blog, que no tendrán tiempo de mirar. Haciendo uso de un género literario inventado, nos damos titulares de nuestra vida. Los grandes periódicos se pierden frases como “inmersa en tareas de madre, babysitter, fregona, psicóloga y amante, sacaré tiempo para tu blog” o resúmenes como “blog superchulo, yo último repaso de depilación láser hasta siempre, tuve que escribir cuento para la guardería y me quedé sin neuronas”. Está la que roba dos medias horas a la semana para correr y ruega no toparse con semáforos en rojo porque entonces la media hora se le queda en cuarto, y eso es descansar, porque la carrera de verdad comienza cuando sale del trabajo (niñocenaduchacuentocama).
La que vivió y durmió tres días con la misma ropa, cogió complejo de vaca y soñaba con ubres gigantes y me llamaba para ensayar el diálogo con el pediatra para decirle que dejaba de dar el pecho, pero luego le faltaba valor. En este estado de cosas, amistad y tiempo, recibo en el móvil grandezas como “Niño con varicela, suegra ingresada, necesito teñirme pero ¡cuándo!” o “pretendiente num.2 casado (emoticón de horror) así k paso página, me ofrecieron empleo (emoticón de bieeen), niño con ex puedo quedar”. Supongo que la vida va de encontrar micromomentos de amistad y humor, aunque sea por whatsapp, por eso, aún sabiendo que no tendréis tiempo de leerlos, os doy mis titulares: “entendiendo estéis inmersas en papel de babysitters-fregonas-amantes-psicólogas, os veo menos… pero os quiero más”.

Mi abuela y la operación bikini

De cómo tendría que explicarle a mi abuela la operación bikini y que la gente corre sin huir de nada. El otro día un dietista decía que no comieras nada que no comiera tu abuela. Mi abuela, genio y figura (pero sobre todo genio) murió casi a los cien y nunca entendió que a los cabellos rizados de mis hermanas les echáramos algo para que, en vez de peinados y estirados como Dios manda, parecieran despeinados. Me imagino con ella en el supermercado, en la sección de leche, que ya no hay que hervir, que ya no tiene nata, y que además le quitan todo para volverle a poner cosas raras que dicen que necesitamos. El yogur normal ya no existe, lleva tropezones de cosas extrañas o no lleva nada porque si no engorda, y además le ponen ya azúcar o miel para que no tengas que tomarte la molestia de echarlo. Entre explicación y explicación, ella pondría brazos en jarra y (exabrupto). Luego iríamos a dar un paseo por la ribera y vería gente corriendo, y me diría si les persigue alguien, y le tendría que explicar que no, que lo hacen por deporte. Ella (exabrupto) diría que si hubiesen estado trabajando en el campo todo el día como hacía ella no les quedarían ganas. Vería a las chicas con las leggins de running apretadas y (exabrupto), que si no
llevaban ropa interior, y yo intentaría explicar sin éxito el concepto de tanga (a una mujer de su generación, de ropa interior de algodón y hasta la cintura, o sea cómoda). Ella volvería al tema de por qué ellas están corriendo y no haciendo las labores de su casa, y yo le explicaría que muchas lo hacen por ponerse luego un bikini muy justo, que es lo único que venden, y ella diría que por qué no un bañador (exabrupto), y yo le diría que eso hoy no es moderno. De ahí pasaríamos al concepto de depilación láser y hasta dónde llegan algunas y algunos con el tema y ella (exabrupto) diría cosas que no puedo reproducir por si esto lo lee gente, porque lleva muchos exabruptos y tiene que ver con su idea de que las mujeres donde mejor estaban es, básicamente, en su casa. Cierto que, volviendo al dietista, hay cosas que todavía hago como ella: hacer arroz con cualquier cosa no congelada, torrijas de verdad, garbanzos a remojo y no de bote, y lanzar un exabrupto de vez en cuando para ahorrarme psicoanálisis, echar los demonios y dejar clara mi (exabrupto) posición ante lo extraño de mi generación, a la que nos da por correr sin que nos persiga nadie, llevar ropa interior incómoda y comernos yogures con cosas que no necesitamos.