Finisterre

Un camino hasta el confín de la tierra

En el libro «El Camino de Santiago, un viaje entre el cielo y la tierra» hemos querido abrazar las historias de tantas personas que lo han caminado a lo largo de la historia; los paisajes que se vislumbran desde el cielo, paso a paso, desde el amanecer hasta el atardecer. Las huellas de la historia y de la fe. Siglos de peregrinaje hacen de los caminos compostelanos una ruta mágica y a la plaza del Obradoiro un lugar mítico, donde tantas personas rinden su esfuerzo final, su logro, sus anhelos, ante el apóstol, con el sonido de fondo de gaitas, a su llegada.

Finisterre

Pero algunos peregrinos continúan este camino hasta el confín de la tierra: Finisterre. Fisterra, Finis Terrae, donde antaño se pensaba que yacía el fin del mundo conocido. Allí acababa la tierra. Ante él, lo desconocido, inexplorado, el abismo, un océano tenebroso.

Antes de llegar a Finisterre, los peregrinos se purificaban en la playa de Langostería. El Camino de Santiago, en su totalidad, es una vía de purificación y renacimiento; ambos conceptos se refuerzan en los senderos a Finisterre.

Cuando subes al faro de Finisterre reina en una roca una bota de hierro, símbolo de los pasos del peregrino. Y en ese gran atardecer final, al lado del faro, se escuchan los mitos, leyendas, rituales ancestrales.

faro y peregrino

Allí, al lado del faro, cerca del kilómetro  cero de la ruta jacobea, existe un lugar especial para quemar simbólicamente alguna de las ropas o enseres usados en el Camino. Nuevamente, la purificación. Los peregrinos se agolpan, en esa hora mágica al final del día, para dejarse abrazar por el naranja del sol que se rinde al atardecer. Contemplan la puesta de sol de un mundo que comienza en su final. Y se hacen conscientes de que sus pasos finales en el Camino no son sino el comienzo de una nueva vida.

¡Utreia! ¡Et Suseia!

Del libro El Camino de Santiago, un viaje entre el cielo y la tierra (Jesús Tejel, fotografías / Reyes Lambea, textos)
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